UN REGALO PARA PAPÁ

Mientras muchos argentinos contemplan atónitos los constantes aumentos de las tarifas de luz, gas y agua, muchos otros organizan ruidazos y cacerolazos.
Lo concreto es que lo que está sucediendo afecta a todos por igual, tanto a los que protestan y presentan recursos de amparo hasta los que siguen sosteniendo que “la fiesta” tenía que terminar. Desde la asunción del gobierno de Cambiemos, en promedio, el servicio de aguas aumentó el 500 %, Edesur y Edenor aumentaron sus cuadros tarifarios promedio el 1.700 % (fuente D.E.U.C.O. -Defensa de Usuarios y Consumidores-), y Metrogás, con el amento que se avecina, un 1.600 %. O sea, que lo que pagábamos hasta 2015 se multiplicó por 5, por 17 y por 16 respectivamente, siempre en promedio. El gasto por esos conceptos pasó de representar el 5% del salario (año 2015), al 20% del ingreso promedio de un asalariado.
Dicho esto para entrar en clima, vemos cómo la plata de pymes y trabajadores pasa del bolsillo de cada uno a las arcas de empresas monopólicas de servicios públicos, y aquí está el otro problema: no se puede permitir un monopolio si no se regula, si no se controla, si no se le pone freno. El Estado está para defender el interés común y no el interés privado. Debe el Estado bregar por el bienestar general si concibe que un País es la sumatoria de los que lo integramos.
Mientras el Gobierno se niega a discutir el costo de producción de la energía, y se aferre al aumento permanente y confiscatorio de las tarifas, arrojándonos luego unas migajas al indicar que van a bajar los impuestos sobre las facturas de los servicios públicos. En todo caso Rodríguez Larreta dijo que sacará el 4% de ingresos brutos al gas y la electricidad: bárbaro, si pagabas $ 2.000 ahora vas a pagar $ 1.920 mensuales. Eso sí, remarcó que eso le costará a la Ciudad $1.800.000.000, o sea, que se vuelve al subsidio ¿o no? Pero del 27% del I.V.A. en todos los servicios, no se dice nada. Es un impuesto nacional, pero el Estado solo piensa en recaudar, así que eso no se toca.
A las pymes estos desmanejos los afectan triplemente: el empresario tiene su hogar y su negocio, amén que la disminución del poder adquisitivo de su clientela le repercute en menores ventas (porque la gente ahora dedica más recursos al pago de luz, gas y agua).
Nos están enseñando a apagar y encender la llama del piloto del calefón, así las chirolas que te ahorrarás en gas la gastás en fósforos. Los que tienen termotanque tienen un problema sin solución salvo que quieran bañarse con agua fría. O mejor no bañarse, porque también aumentó el agua.
Sin escrúpulos, vuelven a aplicar un aumento promedio del 40% en gas antes que comience el invierno.
Y van a repartir lámparas led para bajar el consumo en los hogares… qué pena que lo que más gasta son el aire acondicionado, el lavarropas, la plancha, el secador de pelo, la licuadora… y eso no tiene solución.
Respecto a Aysa, la empresa resuelve todo muy fácil: donde le conviene pone medidor y donde no le conviene te cobra por metro cuadrado aunque no tengas canillas ni desagües.
Edesur y Edenor van reduciendo los cortes principalmente porque hay menos consumo, en parte por la disminución de la actividad industrial y comercial, y en parte porque las insoportables tarifas hacen que en los hogares se cuiden hasta los detalles más insignificantes.
Para peor, todo esto ocurre mientras los brotes verdes no aparecen, el segundo semestre no se aclaró de qué año, el derrame ni salpica, y la revolución de la alegría se transformó en un velatorio eterno y sin salida.